Creo que es la primera vez que tengo un orgasmo intelectual después de ver un filme. Me había sucedido anteriormente con algunos libros particulares, de los cuales hablaré algún día, pero no hoy. Ciertamente no hoy.
Encontrar una joya como ésta en el cine Hollywoodense es verdaderamente inusual, tan inusual como es, que todavía no logro digerirla totalmente.

Y encontrar a un personaje como Nina en manos de un director como Darren Aronofsky me parece todavía más exquisito. Aronofsky abandera esa capacidad de elevar a un nivel profesamente artístico las tristezas más sublimes y las ansiedades más grotescas del ser humano.
Y es así como este director quien tuvo entre sus manos tanto el filme de culto, “Requiem for a dream”, como “The Wrestler”, nos ingresa en el mundo del ballet. Y nos muestra más que el glamour, más que la posible simpleza de ver una x cantidad de bailarines “saltar y dar piruetas”, nos invita a ir detrás del escenario, e ingresamos en la piel de la bailarina líder.Y puede que la fragilidad de Nina (Natalie Portman) entorpezca la posibilidad de convertirse en el cisne negro, y su maestro, (Vicent Cassel) se lo señale de manera vehemente hasta crearle una psicosis profunda, y surja una relación de amor-odio entre ambos de la que le es muy difícil, sino imposible, desprenderse. Y puede que tanto el juego de la seducción de su maestro, como su obsesión de convertirse en la protagonista del cuerpo de ballet la lleven a sobrepasar la delgada línea entre la sanidad mental y las alucinaciones profundas.
La cualidad más excelsa del filme radica en las simbologías recurrentes. Comienza con la dirección de arte. Posicionando la dualidad del blanco y el negro, para representar a Odette y Odile, un lápiz labial rojo robado, necesario para entrar en el juego de la seducción, una urticaria en la piel, que refleja una transformación paulatina de Nina hacia el cisne negro, y otras más que no mencionaré.Una aguda bifurcación emocional le espera a Nina, en que satisfacer tanto a si misma, como a su madre y el maestro, le presupone una excesiva confusión entre los dos lados de sí misma. El níveo y el oscuro. Porque representar los dos lados de la moneda para muchos de ustedes pueda representar un desafío y para otros, un simple despertar del ser.
La composición técnica brilla a través de cinema verité que habíamos visto en el sello de su director en “The Wrestler”, cámaras al hombro que persiguen tanto a Nina como al maestro, al cuerpo de ballet por doquier son necesarias para brindar una relación más intima con el espectador, va junto a una composición musical que no es amplia ni necesita serlo, porque precisamente se busca que la repetición del ballet ruso “El lago de los cisnes”, entre otras pocas reflejen la ansiedad de Nina por la búsqueda de la perfección de su rol.
Un thriller psicosexual que contagia la exquisita agonía que su personaje principal experimenta, y que va in crescendo conforme va avanzando el tiempo a través de la lente de Aronofsky. Con actuaciones soberbias de Vicent Cassel y Portman, encontramos a Cassel con un personaje de una gran riqueza exploratoria, y lo apreciamos como una máscara de mil colores, porque parece que no le tomara esfuerzo convertirse en un despiadado y seductor irresistible maestro en cuestión de segundos.
Es muy probable que arrastre con los globos de Oro, igualmente esperemos que llegue a los Oscares, que de seguro así será.
Escena para no perderse: Absolutamente todas. Especial mención para la conversión de Nina hacia el cisne negro.
Mi recomendación: No se pierda de esta exquisita pieza de arte.















De una novela trasladada al cine del autor Chuck Hogan, “Príncipe de los ladrones”, Ben Affleck logra recuperarse de las anteriores propuestas visuales que nos había hecho, -sin incluir Gone Baby Gone, por supuesto-. Si bien Affleck no me termina de convencer como actor, como una opinión personal, debo expresar que no le veo talento para esto, - a pesar de los esfuerzos y la experiencia-, es mí deber dar a conocer que Affleck tiene todos los “cojones” necesarios para ser un excelente director de acción y/o thriller psicológico.
Hay que aclarar que a pesar del ensamblaje, hay actuaciones que equilibran el peso de otras, como Jeremy Renner, a quien reconocemos por su nominación al Oscar por “The Hurt Locker”, un actor que venía cocinándose desde hace más de una década y a quien, finalmente –para beneplácito de todos sus espectadores-puede sustraérsele la mayor parte de su potencial. Acción que sólo excelentes directores como Kathryn Bigelow en su momento y Affleck, ahora, pueden lograr.



























