No soy muy amiga de los documentales, a pesar de que existe una línea muy delgada entre la realidad y la ficción.
No obstante, era imposible para mi no ver un relato visual de los aconteceres de la vida de mi actor favorito, -después que decidiera alejarse de las cámaras de manera definitiva-, Joaquin Phoenix, a quien tengo el placer de observar desde hace alrededor de dos décadas.
Desde que supe que Phoenix iba a dejar la carrera de actuación me entristecí de una manera absurda. No tener la oportunidad de extender su filmografía me parecía un atropello contra el séptimo arte. Puedo pensar mil cosas ahora, pero lo que más se viene a la cabeza es que es muy probable que su depresión le haya explotado de manera tardía por el abrupto fallecimiento de su hermano cuando apenas tenía él, trece años de edad.
No vi, este documental, lo sufrí. Una hora y cuarenta y cinco minutos de una de las etapas más crudas de la carrera de Phoenix. Momentos que captan su más que obvia depresión aguda, -aunque no sé exactamente por lo que está atravesando-, se termina por confluir en una muestra del lado oscuro de Hollywood, ese que sólo nos quieren manifestar a través de alfombras rojas y sonrisas prefabricadas para las luces exteriores.
Es así como una de las más brillantes carreras de actuación parece que está presenciando su final. Y a mi parecer es absurdo que este documental haya acabado sin tener la posibilidad de otorgarle la verdadera ayuda que puede necesitar en esta etapa tan triste.
Joaquin respira un profundo desazón por su vida, este documental nos relata la forma en como Hollywood lo preparó para los roles que interpretó de tal forma en que ya no sabe quien es él mismo. Así que trata de reinventarse a sí mismo y se deja consumir hasta lo más bajo, hasta llegar a lo más puro en su vida. Y lloramos con él, nos reímos, incluso de su tristeza, pero al final solo le deseamos que alguien lo encamine hacia lo verdadero.
Mientras Phoenix continúa perenne en su etapa más cruda, el público se conforma con hacerle trampas, escudriñar de manera morbosa toda su vida, para así poder señalar hasta su más ínfimo error, porque solo de esta manera tendrá la posibilidad de no verse a si mismo.
Precisamente, quienes más tendemos a buscar errores en los demás, presentamos un profundo de temor de buscar en nosotros mismos. Y después nos jactamos de haber señalado miles de desaciertos en su vida, que no sabe cantar rap, que no sabe conducir su vida, y muchos más, y pensamos que reírnos de otro nos hace “grandes”, y sacamos a flote una cantidad excesiva de antivalores, cuando en realidad nos termina pudriendo el karma.
Creo que si todos hiciéramos un relato de nuestras vidas como éste, nos quedaríamos sin amigos, por lo menos sin los que aparentan serlos, así que nos quedaríamos sólo con los verdaderos.
Así que los insto a realizar documentales a cada uno de ustedes acerca de su propia vida, representando lo peor de si mismos.
Tal vez nos quedaremos sin “amigos” en Facebook, en Twitter, Tumblr o cualquiera de las redes sociales. O tal vez tendremos más, que sólo servirá para alimentar el morbo de los demás.
Si quiere descubrir sus verdaderos amigos, es una buena, aunque triste forma…
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