“Lo que te tienes que cuestionar a ti mismo es: ¿Qué clase de persona eres tu? Eres de la clase que ve señales, que ve milagros? O, míralo de esta forma: Es posible que las coincidencias no existan?”
Graham Hess, Señales.
Lo paranormal parece vibrar ante los ojos de muchos como una charlatanería de brujas de épocas modernas y postmodernas. Para mi es simplemente esa conexión que poseemos o, en su defecto, carecemos con el mundo espiritual. Como bien se cuestionó Chopra: Somos seres espirituales con experiencias corpóreas ocasionales o, somos seres corpóreos con experiencias espirituales ocasionales? El todavía no ha encontrado la respuesta y yo, mucho menos, por supuesto…
Vivimos tan inmersos en el mundo material diario que se nos olvida tener esa conexión con nuestro lado espiritual, y aunque nunca me vi un solo capitulo de los expedientes X, puedo atestiguar de forma vehemente que ese mundo de las señales existe. Y no me visualicen con una chaqueta blanca manga larga amarrada hacia atrás.No estoy hablando de que veo fantasmas, ni que uso más del 10% de mi cerebro -que utiliza un ser humano promedio- para doblar cucharas con la mente, ni tengo telepatía virtual, ni que todas las noches tenga que dormir de la forma más incomoda posible porque de lo contrario, me desdoblo y viajo en cuerpo astral…
Visitemos a mi gran amiga la Wikipedia, para que nos de una aproximación leve a su concepto: Una señal es un símbolo, un gesto u otro tipo de signo que informa o avisa de algo. La señal sustituye por lo tanto a la palabra escrita o al lenguaje. Paulo Coelho nos advierte la forma en la que nos aproximamos a la misma: “En el principio no creemos en casi nada; en un segundo momento pensamos en que nos hemos equivocado; en el tercero, todo nos parecen señales y, solo al final, cuando una señal se cruza en nuestro camino una y más veces, sin buscarla, adviertes que estás ante un lenguaje que va más allá de la realidad”.
Sin duda alguna, las llamadas coincidencias, no existen. Como cuando uno se encuentra a alguien en una reunión y te exclaman con una sonrisa de oreja a oreja: “Qué coincidencia de verte aquí…”, o ha sido una jugada temida del destino, o, uno de los dos se propuso averiguar día, hora y lugar de donde iba a estar el otro.No colocaré aquí cada ejemplo de las señales que he tenido, porque o no me acuerdo, o no las quiero confesar públicamente por motivos de privacidad… jajaja… solo un pequeño ejemplo de eso, un día cualquiera, en un lugar del que no hablaré, esta transeúnte iba a enviar un mensaje de texto con remitente desconocido y, en el justo momento en el que me decido o no enviarlo en la TV aparece algo relacionado directamente con la persona a la cual se la voy a enviar. Me quedé perpleja ante tanta “coincidencia”, que no termina siendo sino una señal para el envío final.
Las señales están vivas. Están allí esperando por nosotros pacientes, inermes. Nos invitan a tomar decisiones, a ser más precavidos con uno mismo, y subsiguiente, según la historia personal de cada quien… Están en una frase que escuchas sin querer, en un graffiti al voltear la esquina, en la radio, en un libro, en una llamada inesperada, personificadas en algo o en alguien. Sólo hay que aprender a leerlas. Toma un poco de paciencia comprender ese universo pero es accesible a todo el mundo.
Ahora con permiso de ustedes tengo que ir a doblar una cuchara con la mente…
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