OBSESIONES

Reseñas de cine con carácter crítico.

10/15/2010

THE TOWN




“El hombre es naturalmente bueno es la sociedad que lo corrompe” Jean Jacques Rousseau.



Indagar entre el bien y el mal no parece problema de la actualidad. Es un cuestionamiento que se viene gestando desde mucho antes de la era de Jesucristo. Indagar entre que nos hace vulnerables a llevar actos que van en contra del orden moral se encuentra ligado a una carga genética al interior del ser humano. Algunos se estarán señalando como seres altamente bondadosos e incorruptibles.


Mentira.


Varios estudios han demostrado que todos tenemos el mal incrustado en nuestro cerebro. Un amigo me preguntó hace poco la razón por la cual no veía cine gore, con algunos términos de más o menos precisión, le di a entender que no quería alimentar a mi asesino interior. Deseo que se distraiga o se nutra de informaciones más beneficiosas para él. Debo cuidar mi cerebro al máximo de estas distracciones inútiles que sólo me harán más vulnerable al mal.



Pero, ¿es posible llegar a ser “perfectos” en esa búsqueda de la bondad? Lo dudo mucho. La ciencia lo duda con mayor vehemencia.

Una ciudad en la que el robo de bancos se convierte en el pan de cada día, Boston, Estados Unidos, se hace relevante la pregunta, aquella misma que observé hoy en el ciclo actual de la Cinemateca del Caribe en la que se cuestiona: ¿dónde se origina el mal?

De una novela trasladada al cine del autor Chuck Hogan, “Príncipe de los ladrones”, Ben Affleck logra recuperarse de las anteriores propuestas visuales que nos había hecho, -sin incluir Gone Baby Gone, por supuesto-. Si bien Affleck no me termina de convencer como actor, como una opinión personal, debo expresar que no le veo talento para esto, - a pesar de los esfuerzos y la experiencia-, es mí deber dar a conocer que Affleck tiene todos los “cojones” necesarios para ser un excelente director de acción y/o thriller psicológico.

Con una dirección técnica temiblemente impecable, una banda sonora que ejerce una fuerza predominante en la acción tanto de los personajes, como de la escena misma, y un ensamblaje actoral que eleva el filme hacia otro nivel, ésta película logra llevar al espectador a una alta tensión de adrenalina.
Hay que aclarar que a pesar del ensamblaje, hay actuaciones que equilibran el peso de otras, como Jeremy Renner, a quien reconocemos por su nominación al Oscar por “The Hurt Locker”, un actor que venía cocinándose desde hace más de una década y a quien, finalmente –para beneplácito de todos sus espectadores-puede sustraérsele la mayor parte de su potencial. Acción que sólo excelentes directores como Kathryn Bigelow en su momento y Affleck, ahora, pueden lograr.

Mientras la veía, se me venían “flashes” de películas como “A dog day Afternoon” (1975) y su bellísima escena donde el personaje interpretado por Al Pacino grita a todo pulmón “Attica”, mientras roba un banco, u otra de mis favoritas, “Point of Break” (1991) una de las brillantes actuaciones en el haber del desaparecido Patrick Swayze. Si no las ha visto, ¿qué está esperando?

Otra pregunta que se me viene de manera incisiva al cerebro es: ¿por qué les aplaudí todas y cada una de las balas que salieron del arma de los ladrones de banco? Tal vez porque la historia misma se encargó de mostrármelos más como seres humanos con imperfecciones que como los “malos” del cuento.

Hoy deseo darle una respiración a mi cerebro y decirle que, finalmente, (SPOILER) los “malos” acabarán finalmente como el karma lo predice, algo como quien “a hierro mata, a hierro muere”. (FIN DEL SPOILER) Y tener el pleno conocimiento que existen armas más potentes de las que hace uso el ser humano que una bala.

Hoy he decidido escoger el camino más largo para llegar a donde me dirijo. Hoy, es tu turno para escoger que camino deseas escoger, pero recuerda: este no es el País de las Maravillas y tú no eres Alicia. Y cualquier camino que escojas no te conducirá, necesariamente, al mismo sitio.

10/11/2010

L’ARNACOEUR // HEARTBREAKER

Publicado por Carolina Pardo Delgado |





Lo confieso. He visto una comedia romántica solo para entretenimiento en su más pura expresión.


Estuve claramente motivada en que fuera un filme francés, ya que como sabemos, el discurso fílmico de este país se ha caracterizado por la excelencia en este género debido a la facilidad expresiva que tienen sus actores sobre los de Hollywood.



Y no me he equivocado. Los franceses pueden hacer de cualquier trama simplista, un festín de la alegría visual. Y, aunque éste no sea el mejor ejemplo para destacar en la filmografía del país, sus recursos –los del filme- para facilitar esos “respiros” en el espectador son indiscutibles.




Es así como encontramos a un actor como Romain Duris quien tiene pocos roles principales conocidos, y de quien se observa igualmente, una suprema capacidad histriónica que es evidente. Un rostro del cual será difícil olvidarnos después de completar este visionado. Completando el casting, Vanesa Paradis, reconocida por ser entre otras características, novia de Johhny Depp, aunque ésta finalmente pase sin pena ni gloria en este filme.


Reconociendo a los actores, podemos pasar a lo que le confiero una gran importancia dentro de esta película, un guión que no es más que otro cliché del chico y chica se encuentran por azares del destino, el se enamora primero, ella no, luego ambos terminan por convencerse que son el uno para el otro.



Ciertos elementos diferenciadores, como el lenguaje, la versatilidad actoral del personaje principal y sus “secuaces”, llevan esta comedia sino a la mejor, por lo menos hacia un estatus medianamente bueno para la audiencia.

Según su director, Paul Chameil, la trama principal de la cinta: “narra las peripecias de un grupo de personas especializado en separar parejas por encargo, ya sea de familiares o amigos que creen que, principalmente las mujeres, no son felices o no están con el hombre adecuado. Todo les va bien hasta que el gancho masculino, interpretado por Roman, se enamora de la chica a la que encarna Paradis”.

El cine ha recreado la misma historia durante siglos y tal vez muchos espectadores al ver este filme no entrarán en disquisiciones filosóficas después de verla porque sencillamente su línea raya casi en lo común.




Hoy simplemente deseo recomendarla porque ya estaba harta de los dramas pesados, porque en la vida como en el cine, hay que darse de cuando en cuando un respiro en el que creamos en que incluso el amor, en pleno siglo XXI, - después ser un concepto temiblemente abstracto, viciado y prostituido- , todavía puede ser posible.

Escena para no perderse: El baile recreado por los actores principales en homenaje al filme Dirty Dancing, considerada una de las mejores películas románticas en el cine hollywoodense.

Mi recomendación: No espere mucho de este filme porque saldrá decepcionado. Solo relájese y disfrute.

Yo estoy en otro lugar. Pero tu, quien está leyendo esto, tu mereces lo mejor.

10/04/2010

A SINGLE MAN

Publicado por Carolina Pardo Delgado |




Sexualidad.




Una palabra que, para algunos en pleno siglo XXI, todavía les resulta incómoda. Empezar a comprender por que una persona, en este caso un hombre, prefiere estar con alguien de su mismo sexo puede que resulte un claro disturbio e incluso llegar a ser rotulado como “anomalía”.


Y a pesar de que han concurrido más de cuatro décadas a partir de la escritura de esta novela, este tema todavía se confirma como un tabú en todas las generaciones actuales.


A partir de las experiencias que uno va a acumulando en el camino se da cuenta que la mejor manera de transitar por el mundo es evitar los juicios a priori y tratar de “colocarse en los zapatos del otro”.


Ignoramos las penurias de alguien que tenga que tomar la decisión de encaminar su sexualidad como una opción de vida diferente y radical.


Lo primero que atrajo mi atención a este filme fue la nominación de Colin Firth a mejor intérprete personificando un profesor universitario homosexual quien atraviesa una etapa muy triste en su vida debido al fallecimiento de su pareja.




Detenerme a observar un actor que, en una opinión muy personal, lo consideraba como agraciado físicamente pero, un simplón en términos de ejecución artística, hasta verlo elevarse hacia una interpretación muy sublime es una sensación felizmente absurda.



Detallar milimétricamente cada uno de sus gestos en los que se evidencia la insufrible depresión de la que es objeto, y los esfuerzos imposibles que tiene que hacer para realizar las tareas cotidianas es tratado con una ejecución muy precisa, ciento por ciento veraz. Logra mantenerse en el interior del personaje de un hombre de mediana edad a quien la soledad se le aparece como un ahogo, y a quien, su edad y vasto conocimiento de la vida le han generado una sensación de desconcierto y posible re-desubicación de su rol en el mundo.


Con una adaptación de la novela publicada por primera vez en el año 1964 por Christopher Isherwood que lleva el mismo nombre, su director y coguionista Tom Ford, reconocido por ser el principal diseñador de la casa de modas Gucci, muestra en su debut que es más que eso. Un artista que parece confirmarse desde ya, como la versión anglosajona de Pedro Almodóvar. Nada más hay que revisar el tráiler para darse cuenta de la influencia del estilo directivo del español en esta obra de arte.


Y aquí llegamos al punto clave de la cinta. La absolutamente impecable dirección de arte. Como era de esperarse de un artista de lo visual, se hace uso de una amplia gama de colorimetría entre ellos, el blanco y negro, los tonos tierra y los colores vivos como el azul connotado en el filme como el de la espiritualidad y, mi favorito, el rojo, para demostrar la ira y la lujuria. Llama mi atención poderosamente la exquisita precisión de los peinados, el vestuario y la ambientación en cuanto a términos de época, pero también en términos de significado. Estos elementos parecen cobrar vida y hablar por sí solos en cada una de las escenas.




Se determina entonces que Un hombre soltero se confluye como una pieza obsesiva y pueril que reposa sobre unos claros elementos estéticos, que se desarrolla en un día, con una trama muy líneal y pocos puntos de giro, con una dirección técnica y de actores que pudo haberse excedido hasta la locura de la perfección, pero que llega a un término medianamente bueno para la audiencia, en donde brilla sin límites la actuación de Colin Firth apoyada por Julianne Moore (quien nos asegura solo con su presencia que es posible la tristeza infinita al interior de la belleza exterior) y donde nunca podremos olvidar a aquella niña vestida de azul que se le aparece al personaje principal como un ángel que busca rescatarlo de su vida a punto de ser terminada.

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