OBSESIONES

Reseñas de cine con carácter crítico.

3/05/2013

SIDE EFFECTS (EFECTOS SECUNDARIOS)

Publicado por Carolina Pardo Delgado |




Después de haber visto este filme, lo primero que se me vino a la cabeza es que es una gran pena que Steven Soderbergh –su director- haya tomado la reciente decisión de retirarse de su oficio, esperemos que sea por poco tiempo.

Efectos secundarios se resume como precisamente señala su título, como aquellas consecuencias o repercusiones que dejan los tratamientos de determinado uso frecuente o no, de pastillas. En este filme se reduce a los tratamientos de tipo mental, por ello escuchamos de manera reiterativa en los diálogos a nombres como Effexor,  Prozac, Mirtazapina, Trazodona y Zyprexa, entre muchos otros antipsicóticos, antidepresivos y distintos elevadores del ánimo.  Y de la misma forma, se exponen planteamientos serios acerca de la ética de las compañías farmacéuticas en cuanto a qué tan pertinente y conveniente resulta experimentar con productos nuevos en sus pacientes.


Por ello, cuando reclutan al Doctor Jonathan Banks representado de manera cautivadora y con un prodigioso sentido de la verdad por el actor inglés Jude Law, no percibimos a simple vista las catastróficas implicaciones que la tarea que le ha sido encomendada le dejará para su vida futura como psiquiatra y como esposo y padre. Entra a jugar una espada de doble filo entre los diagnósticos profesionales y la necesidad económica del Doctor, razón por la cual debe prescribir drogas puntuales para las personas que sufren este tipo de enfermedades. Ahora, la parte más interesante de la historia no la podría discutir en este escrito ya que arruinaría gran parte del desenlace de la narración. Pero es necesario señalar que no se hacen denuncias directas contra ninguna de las compañías reales de drogas existentes, por lo cual creo que este tema de las derivaciones del uso de dichos estimulantes del cerebro queda como una denuncia inconclusa que debió haber sido fortalecida hasta el final.


El pulso directorial de Soderbergh es sorprendente y nos llega a cautivar una vez más, incluso, después de su fracaso con la película Haywire. No obstante, le perdonamos este pequeño traspiés en su carrera, ya que tiene una extensa trayectoria en manejar grandes repartos corales, como lo hiciera hace varios años con la saga de Ocean’s Eleven, al igual que en la película Contagion, que maneja una línea central narrativa muy parecida a la actual. Toma historias que fácilmente con una mala dirección podrían ser llevadas a un bodrio completo y las deja convertidas en una versión fresca, ingeniosa y excitante.



Pero no siempre los resultados son como se espera, con Magic Mike no tuvo gran acogida, pero abrió un gran campo para los desnudos masculinos, que no es tan común en Hollywood, y ayudó a subir de estatus a Channing Tatum y lo puso a actuar en serio. No es por ello de extrañar, que lo haya escogido para representar al esposo de Mara, en este filme.  Y a pesar, de que haya tenido una proyección muy limitada, - en las salas de Latinoamérica, no arribó, pasó directamente a la red-. Aun así, a los críticos en general les gustó.


Una de las secuelas más relevantes de las medicinas en el libreto, es la parasomnia que experimenta el personaje de Rooney Mara, que después de sorprendernos con su personaje de Lisbeth Salander en La Chica del Dragón Tatuado, nos muestra aquí una mujer más escurridiza, y mucho más frágil, pero más sensible, aunque igual de desconectada con el mundo exterior. Mara es perfecta para este rol, hace una personificación espléndida, muy sutil, y fiel a la realidad de los síntomas de la depresión, entre la pérdida absoluta de voluntad, la ansiedad desmedida e inclusive las ideas suicidas.
En menor escala tenemos a Catherine Zeta Jones quien encarna a una psiquiatra que atendió al personaje de Mara algunos años antes del actual, representado por Jude Law. Jones es correcta, y parece haberse divertido mucho en este rol de mujer fuerte y de dudosa reputación.


Podemos entrever en una escena en la primera parte del filme  a lo que parecieran ser doctores inescrupulosos, junto a una mujer que trabaja, tal vez, en el departamento comercial de la industria farmacéutica en un almuerzo en un restaurante. Y es esta reunión la que en mi opinión establece gran parte del peso, o del zumo del relato. Mientras diálogos rápidos sobre sus negocios van y vienen, una extensa variedad de nombres de medicamente salen a colación.



Y no podría extender esta reseña debido a que arruinaría el giro principal del argumento, en lo que podría adelantar simplemente es que en mi opinión desciende considerablemente hacia el final gran parte del poder del relato, ya que la línea central acerca de las sobredosis medicamentosas o malas prácticas en diagnósticos mentales no se ve tan palpable como al comienzo. Así que les recomiendo que la vean tan pronto como puedan, porque creo que de todas formas la denuncia hacia las praxis de las entidades farmacéuticas está ahí, al comienzo y en el nudo de la trama, aunque extravíe gran parte de su vehemencia hacia el desenlace.


Steven Sodebergh – el director- sacrifica gran parte de la denuncia central para hacer que el filme encaje perfectamente dentro del género de thriller, optando así por el entretenimiento, sobre las implicaciones morales que representan las malas prácticas con las prescripciones farmacológicas. Aun así mantiene el pulso todo el tiempo. Un excelente filme para ser visto varias veces y ser analizado desde perspectivas multidisciplinarias, ya que erige disímiles cuestionamientos acerca de la práctica. Se beneficia de las portentosas personificaciones de Jude Law y Rooney Mara como plato central y de postre, la Catherine Zeta Jones.

Bonus Extra: Ablixa, el medicamento –y el único de los mencionados en el filme que no existe realmente- que le es recetado al personaje de Mara tiene su website falso. Lo puedes ver en: http://tryablixa.com/

Escena para no perderse: Es un spoiler, así que no la puedo decir. Véala en su totalidad.

Mi Recomendación: No se pierda por nada del mundo el que podría ser tristemente el último filme de Soderbergh. (Y es muy bueno).





Hace una semana ya, tuve el privilegio de ver Oz El Poderoso en premier en Colombia en el Festival Internacional de Cine de Cartagena. Fui con elevadas expectativas, pero   desafortunadamente el filme me decepcionó en algunos aspectos, aunque en otros me deslumbró.



Esta recreación cinematográfica dirigida por Sam Raimi –el mismo director de la trilogía de El Hombre Araña-, se presenta como una precuela de los libros de L. Frank Baum, quien fuera el creador del mundo de Oz. En el año 1900 se publicó el primer libro El Maravilloso Mago de Oz y de ahí le subsiguieron 13 novelas más enmarcadas en el mismo universo.  Así que la historia narra los hechos del mago de Oz u Oscar Diggs, un mago anodino que reside en la polvorienta ciudad de Kansas y que por azares del destino llega a la tierra de Oz, transportado por un globo aerostático de helio donde se encuentra con una serie de personajes inusuales.



Ahora, el comienzo de la película es interesante ya que abre con el formato 1:33 en blanco y negro, es decir, pantalla cuadrada, como se utilizó en el cine hasta el año 1953, cuando apareció el Cinemascope –sistema de filmación que utiliza mayor amplitud en las imágenes-, el mismo formato que se utilizó con la película ganadora del Óscar en el año 2012, El Artista. Y además, tal vez para emular el método de la versión de culto, El Mago de Oz del año 1939 dirigido por el afamado Victor Fleming – Lo que el viento se llevó-, quien también utilizó secuencias iniciales y de cierre en blanco y negro teñidas de color sepia. Raimi empleó dichas escenas que se asemejan a la original a pesar de las restricciones legales de cualquier posible parecido en ambas producciones, que se le establecieron antes de iniciar la filmación. Ésta diferencia entre la ciudad en la que habita que es un “mundo duocolor”, se transforma en un perfecto uso de la colorimetría en cuanto Oscar llega a la tierra de Oz, y la pantalla se transforma gradualmente a color en el actual formato de 16:9 de pantalla panorámica.


Lo que llama mayormente la atención es el estilo de prestidigitación engañosa que vemos en las presentaciones de Oscar con trucos sonoros fáciles asistido por el comediante Zach Braff, quien debió haber tenido más líneas en el filme.



Varios colores se imponen con mucha fiereza visual deslumbrante: Para Mila Kunis, quien da vida a la atormentada joven bruja Theodora, se le ha designado el rojo;  a Rachel Weisz en el papel de la hermana mayor, Evanora, se le otorgó el verde por ser la bruja que gobierna Ciudad Esmeralda; y Michelle Williams quien da vida a Glinda, la bruja buena, obviamente, el blanco de la pureza. Y si tenemos en cuenta las interpretaciones quedan muy de estilo cartoon, porque representan la bondad/maldad sin tonos grises. Además de que las actuaciones tanto de Kunis como de Williams dejan mucho que desear. Kunis plantea un buen inicio, pero la segunda parte de su personaje es de muy baja calidad. Williams aparece simplemente correcta, sin nada nuevo que ofrecer que no hayamos visto en sus anteriores personajes. La única que en mi opinión sale bien librada es Weisz y no precisamente por los diálogos.


El punto más débil de Oz El Poderoso reside en dos elementos: en las actuaciones y en el guion. La historia es simple y predictiva. Y el actor principal, James Franco, tiene una descomunal ausencia de carisma y sentido del humor que lo impide transitar tanto libre como rápidamente del humor al drama sin que se sienta forzado. Una estrella como Johnny Depp o Robert Downey Jr –quien fue seleccionado para el rol en primera instancia-, habría encajado mucho más en ésta colorida adaptación contemporánea de El Mago de Oz. Y a pesar de que la película fue rodada en conjunto entre sets de locación creados y  pantalla verde, el CGI es más que obvio, por lo tanto la necesidad del casting de un actor con una enérgica capacidad de imaginación era crucial para la historia.


Por ello, mucho del peso actoral –quien lo creyera- recae en dos personajes hechos enteramente por CGI: el mono Finley y la niña de porcelana. Estas dos figuras representan una buena porción de la chispa y la ternura respectivamente, del relato.



De los elementos más sobresalientes en la historia está la fotografía, sobre todo en la recreación del famoso “Camino Amarillo”, entre otras tomas y, aunque el CGI es más que evidente, ésto parece ser una intención del director. Y a sabiendas, además de que comparten productores con Alicia en el País de las Maravillas, ya podemos saber la razón del parecido. Otro elemento llamativo es el brillante y luminoso logotipo en el que Oz está representado por un anillo de oro, que representa el botín que Oscar Diggs -o Oz- podría obtener en caso de que venza a la bruja malvada. De ahí, en adelante todo el arte de la película es deslumbrante.




Burbujas gigantes de aire, bestias, un mono dicharachero con alas y una tierna muñeca de porcelana componen en síntesis gran parte de la magia del mundo de Oz. Son ellos quienes transformarán a un mago de segunda en un hombre recto y capaz de reinar en este nuevo paisaje.


Escena para no perderse: Las secuencias iniciales de blanco y negro que dan paso gradual al color.


Mi Recomendación: No vaya con altas expectativas. Y deléitese con el CGI. No espere buenas actuaciones, ni la gran pieza de arte y diviértase como un niño simplemente, de otra forma, saldrá de la sala de cine gravemente decepcionado.

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