OBSESIONES

Reseñas de cine con carácter crítico.

12/20/2010

BLACK SWAN

Publicado por Carolina Pardo Delgado |






Creo que es la primera vez que tengo un orgasmo intelectual después de ver un filme. Me había sucedido anteriormente con algunos libros particulares, de los cuales hablaré algún día, pero no hoy. Ciertamente no hoy.



Encontrar una joya como ésta en el cine Hollywoodense es verdaderamente inusual, tan inusual como es, que todavía no logro digerirla totalmente.





Y encontrar a un personaje como Nina en manos de un director como Darren Aronofsky me parece todavía más exquisito. Aronofsky abandera esa capacidad de elevar a un nivel profesamente artístico las tristezas más sublimes y las ansiedades más grotescas del ser humano.

Y es así como este director quien tuvo entre sus manos tanto el filme de culto, “Requiem for a dream”, como “The Wrestler”, nos ingresa en el mundo del ballet. Y nos muestra más que el glamour, más que la posible simpleza de ver una x cantidad de bailarines “saltar y dar piruetas”, nos invita a ir detrás del escenario, e ingresamos en la piel de la bailarina líder.

Y puede que la fragilidad de Nina (Natalie Portman) entorpezca la posibilidad de convertirse en el cisne negro, y su maestro, (Vicent Cassel) se lo señale de manera vehemente hasta crearle una psicosis profunda, y surja una relación de amor-odio entre ambos de la que le es muy difícil, sino imposible, desprenderse. Y puede que tanto el juego de la seducción de su maestro, como su obsesión de convertirse en la protagonista del cuerpo de ballet la lleven a sobrepasar la delgada línea entre la sanidad mental y las alucinaciones profundas.
La cualidad más excelsa del filme radica en las simbologías recurrentes. Comienza con la dirección de arte. Posicionando la dualidad del blanco y el negro, para representar a Odette y Odile, un lápiz labial rojo robado, necesario para entrar en el juego de la seducción, una urticaria en la piel, que refleja una transformación paulatina de Nina hacia el cisne negro, y otras más que no mencionaré.

Una aguda bifurcación emocional le espera a Nina, en que satisfacer tanto a si misma, como a su madre y el maestro, le presupone una excesiva confusión entre los dos lados de sí misma. El níveo y el oscuro. Porque representar los dos lados de la moneda para muchos de ustedes pueda representar un desafío y para otros, un simple despertar del ser.


La composición técnica brilla a través de cinema verité que habíamos visto en el sello de su director en “The Wrestler”, cámaras al hombro que persiguen tanto a Nina como al maestro, al cuerpo de ballet por doquier son necesarias para brindar una relación más intima con el espectador, va junto a una composición musical que no es amplia ni necesita serlo, porque precisamente se busca que la repetición del ballet ruso “El lago de los cisnes”, entre otras pocas reflejen la ansiedad de Nina por la búsqueda de la perfección de su rol.

Un thriller psicosexual que contagia la exquisita agonía que su personaje principal experimenta, y que va in crescendo conforme va avanzando el tiempo a través de la lente de Aronofsky. Con actuaciones soberbias de Vicent Cassel y Portman, encontramos a Cassel con un personaje de una gran riqueza exploratoria, y lo apreciamos como una máscara de mil colores, porque parece que no le tomara esfuerzo convertirse en un despiadado y seductor irresistible maestro en cuestión de segundos.

Es muy probable que arrastre con los globos de Oro, igualmente esperemos que llegue a los Oscares, que de seguro así será.

Escena para no perderse: Absolutamente todas. Especial mención para la conversión de Nina hacia el cisne negro.

Mi recomendación: No se pierda de esta exquisita pieza de arte.

12/17/2010

THE AMERICAN

Publicado por Carolina Pardo Delgado |


“Dios no está interesado en mi, Padre”.


Muy pocas veces he tenido la oportunidad de conocer al tipo de hombre huraño, solitario, egocéntrico y reservado, y he sentido una conexión instantánea, pura y casi que enfermiza. Como si encontrara una reencarnación de James Dean en “Rebelde sin Causa” o un Kevin Spacey en “Belleza Americana” –su soledad era interna-.

Sin duda porque la soledad coloca a prueba los momentos más difíciles del ser. Sin duda, porque ésta alimenta el llamado de una intelectualidad más firme y consagrada.


Sin duda George Clooney también conoce el impacto que este tipo de personalidad genera en la posibilidad de relatar historias con gran profundidad. Ya lo habíamos visto en “Up in the air” y esta vez buscando quizás abrirse campo entre los guiones absurdos de Hollywood que por momentos rayan en la repetición absurda y continua que buscan engañar al espectador común, Clooney decide embarcarse en una historia que sabe más a Europa, donde le da alas a su personaje para encontrar en un cura y una prostituta la posibilidad de redimirse y rebelarse contra el sistema del que hasta el momento era partícipe. El crimen organizado internacional.

Y reconocemos a Italia, y puede que exista cierta evocación a clásicos como “El Padrino”, donde el personaje principal encuentra el amor quien a pesar de ejercer la profesión más vieja del mundo, se reconoce como una mujer suave y sumisa italiana protagonista recurrente de ciertas escenas de sexo explícito que no molestan.


Un thriller psicológico con escenas tan pausadas que por momentos invitan al aburrimiento total, con ausencia de acción externa, pero, -como sucede en estos casos-, con acciones internas que nos invitan a conocer al personaje principal, si no por lo menos a quererlo, a sentir una arraigada compasión por un despiadado asesino en el ocaso de su vida que busca finalmente la redención.

Un filme que no será altamente valorado por el común espectador, que seguramente se perderá en el olvido porque no ofrece nada más que la posibilidad de mostrar un aspecto más rudo e introspectivo en la actuación de Clooney. Confirmándose como el tipo de selección de historias cuando un actor quiere manifestarle a su público “Yo soy más que un galán”.


Escena para no perderse: El clímax de la historia.


Mi recomendación: Si a usted no le agradan las películas con una lentitud que raya en lo absurdo, ésta no es su opción.

12/15/2010

CHLOE o Amanda Syfried Gone Wild

Publicado por Carolina Pardo Delgado |





Hay obsesiones sanas y hay enfermizas. He experimentado ambas, y después de mucho tiempo decidí quedarme con las primeras.




Hace unos meses tuve un pequeño debate acerca de la palabra Obsesión. Yo aclaraba que era mi palabra favorita y que precisamente mi obsesión mayor era el cine, entre otras que no cabe mencionar en este momento. Alguien me debatía con cierta vehemencia que logró molestarme, que dichas obsesiones siempre venían con un tinte negativo. Ninguno de los dos logró ganarla.

Pienso que el género de thriller sexual cuando llegó “Chloe” ya había presentado todo lo que había que ver. Alguien se obsesiona por otro, todo va bien al principio, luego no y todo empeora al final.


Si bien este filme muestra unas líneas argumentales novedosas como el lado lésbico obsesivo, no logra convencer del todo. Y tendría que confirmar que uno de los elementos para que no funcione es su protagonista principal, Amanda Syfried. A pesar de un estilo directivo de Atom Egoyan que se concentra profundamente en el erotismo, Syfried no parece llegar al punto necesario para ser considerada “la mala” del filme.


Me había animado desde que había observado su lado convincente, suave y tierno en “Cartas a Julieta”, pero presentarse al lado de grandes como Julianne Moore y Liam Neeson, puede representar un desafío muy exigente del que es difícil salir airosa. Ni siquiera toda la desnudez que mostró para este rol pudo salvarla.

Ahora, habría que ver que tan necesarias son las escenas de sexo explícito para este thriller. ¿Es que acaso Egoyan no confiaba la suficiente en el talento de su actriz principal que la hizo desvestirse durante casi todo el filme?


Es cierto que para los amantes del erotismo puro ésta será una exaltación clímax de los sentidos, donde el juego de un posible trío de personajes (Syfried, Neeson y Moore) que destila sexualidad a flor de piel dejará boquiabierto a más de uno. Egoyan logra llegar a este nivel con gran exquisitez. A pesar de este punto a su favor, el guión decae en repetirse a sí mismo invariablemente entre citas en el café, en el restaurante, sin ofrecer nada más allá de lo que no se había visto antes, aparte de fuertes escenas lésbicas y un punto de giro efectivo, cabe aclarar.


Sinopsis extractada: Catherine (Julianne Moore), una ginecóloga de éxito que lleva una vida acomodada, aunque monótona, junto a su marido David (Liam Neeson) y su hijo Michael (Max Thieriot), comienza a tener sospechas de que David la engaña. Tras conocer casualmente a Chloe (Amanda Seyfried), una joven y bella prostituta de lujo, decide contratarla para que seduzca a su marido y poner a prueba su fidelidad. Pero los relatos de los encuentros de Chloe con David no sólo prenden en Catherine la mecha de los celos, sino también una serie de deseos ocultos que la desconciertan. Atrapada en una telaraña de pasiones y sentimientos encontrados, Catherine descubrirá que en el peligroso juego de seducción de Chloe toda su familia está implicada.


Un Neeson, casi ausente, y Moore que repite roles de mujer abstraída y engañada, no lograron llenar mis expectativas para este filme a pesar de sus altas pretensiones sexuales.

Escena para no perderse: El punto de giro.

Mi recomendación: Por su alto contenido explícito sexual no llevar menores de edad. Alquílela en la comodidad de su hogar.

12/09/2010

POPE JOAN

Publicado por Carolina Pardo Delgado |





La historia reclama haber tenido una mujer Papa. Tal confesión demanda un poder llamativo muy fuerte para mi. Una mujer ha alcanzado el más alto grado supremo al que puede aspirar un hombre en la carrera religiosa. Ahora no estaría de más preguntar si realmente existió o si ha sido producto de una imaginación frustrada de alguien.



El ascenso al poder de esta mujer se erigió a través de los años como una leyenda que no ha sido del todo confirmada. Donna Woolfolk, una escritora estadounidense se dio a la tarea de realizar un libro acerca de la misteriosa entrada de dicha mujer a esta sagrada posición.
No entrar en disquisiciones religiosas de ningún tipo es lo que debería proponerme firmemente, pero no es lo que hoy deseo. Tener una formación católica ha influido en que encuentre interesante este tipo de historias, aunque confieso no ser una ávida de lectora de la Biblia, sus preceptos viajan conmigo desde la niñez.

Mi profunda concepción de la religión católica y sus preceptos han sido resquebrajados por particulares en diferentes instancias, entre ellos escritores como Saramago con su obra “Caín” y Dan Brown, que a partir del “Código Da Vinci” –entre otros- relata como María Magdalena era la principal heredera de la iglesia católica. Reflexionar los cambios que dicha institución hubiese sufrido en caso de que una mujer fuera la líder, representarían toda una magia herética para el mundo.

Este es un filme que mantiene todas las claves perfectas para que pueda funcionar: una actriz prácticamente desconocida para Hollywood en el rol principal, un guión que evoluciona a medida que avanza la historia, un director alemán Sonke Wortman, puntos de giro que llaman la atención instantánea del espectador. 180 minutos que se pasan volando por el mantenimiento de una línea directiva no muy fuerte, ni muy oscura, que simplemente busca relatar una historia bien contada.




La misma casa productora del éxito de la gran novela de Umberto Eco, “El nombre de la Rosa”, se embarca en esta historia donde una mujer es llevada al trono del sumo pontífice de la tierra disfrazándose de hombre. Es relevante recalcar que en el siglo nueve a las mujeres les era prohibido aprehender alguna clase de conocimiento. Se decía que era “antinatural” y que se les “encogía el útero” y no podrían generar una descendencia.


Si no puedo aducir un ensamblaje actoral perfecto, por lo menos se asevera que la actuación principal es magistralmente llevada a cabo por Johanna Wokalek una alemana con rasgos claramente andróginos, seleccionada después de que Franka Potente declinara el rol. El resto de actuaciones le hacen el contrapeso, y aunque no representan una igualdad, por lo menos no le restan importancia a la principal.




La importancia de este film, más allá de toda concepción técnica, (la cual es igualmente brillante) reside en señalar los posibles espacios con minucias heréticas que los historiadores buscan ocultar a toda costa. ¿Qué tal si esta leyenda tuvo algo de real y dicha mujer fue eliminada del libro? ¿Será posible en un futuro la inclusión de una Papisa en la religión católica? ¿Qué pensaría el papado de todo esto?

Escena para no perderse: Los primeros años de vida de la Papisa Juana.

Mi recomendación: Para mayor esclarecimiento de esta historia busque la leyenda con anticipación y así podrá comprender la importancia de su línea argumental.




No soy fan de Woody Allen, nunca lo he sido. Esto no hace parte de una manera de juzgarlo, porque en realidad lo que hace o deja de hacer un artista en su vida personal no merece ser relacionado de manera negativa a su producción intelectual.


La verdad sea dicha. No me gusta ese hombre pequeño con cabellos desordenados que siempre parece atropellar palabras una tras otra cuando se expresa. Creo que se encuentra en un estado absurdo de negación del otro cuando lo hace. Como si solo quisiera darse a entender a sí mismo.


Así que la única manera en la que pueda enfrentarme a sus producciones es a través de sus actores. Si un actor de sus obras me llama la atención, ahí mismo voy corriendo a verlo.
Esta vez tenía un nombre. Naomi Watts. La mujer a la que le han robado el Oscar infinidades de veces.

En los círculos de Hollywood más selectos, ser una musa del Sr Allen es casi como ser una musa de Almódovar en España, la mujer escogida se convierte automáticamente en un preciado “objeto del deseo”, cual revista Vogue.

Sin más preámbulos y más chistes, este filme me parece un fiasco completo. Es aburrida, lineal, predecible y vacía. Con ausencia de puntos de giros que puedan maravillar al espectador más allá de lo común.

Una historia de dos matrimonios que se funden en vacíos y deciden que encontrar una nueva pareja es la solución a sus problemas, pareciera que pueda dar para tela de donde cortar, pero al final nos quedamos con ganas de encontrar algo más allá que lo que observamos en todas las telenovelas. Una profunda desazón y desconcierto.

El final es inconcluso. Creo que es una marca de su director, aún así, esta vez parece que le faltaron rollos por filmar, porque el filme le quedó por la mitad.

Puntos como la narración omnisciente de siempre, excelente elección de casting –que termina desaprovechando con Sir Anthony Hopkins, Josh Broslin Y Watts-, su infaltable humor negro y la elección de un color único – mi amado rojo- para vestir a su musa una y otra vez, convierten este filme sino en aceptable, un visionado que se puede dejar para un domingo en la tarde, cuando ya no haya más nada que ver.

Escena para no perderse: No hay.
Mi recomendación: Si quiere ver algo de Woody Allen, busque “Match Point” y no se arrepentirá.

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